El pez globo, henchido por su ego, ocupa un espacio cada vez mayor. Aunque nada algo torpe, poco importa, ya que se sabe seguro de si mismo. Mientras, un pez luna pasa junto a él, moviéndose con elegante indolencia. Su idealismo le hace sentirse por encima de sus congéneres. De pronto entra en escena el pez payaso con su acostumbrado nervio, intentado cobrar protagonismo entre tan bellos ejemplares, tras la máscara que le proporcionan sus vivos colores. Un pez limpiafondos, por debajo de ellos, huye de la notoriedad, y frenético se afana en buscar en los desechos de aquellos. Las algas ocultan a otros muchos de las miradas curiosas. Un lento Universo que, tras el cristal, deslumbra por su belleza. Pero ninguno advierte que su silenciosa existencia es prisionera del capricho de una mano, que de forma discrecional, les sirve el alimento.
Sentir y vivir la irrealidad. Escapar y abandonarse en lo auténtico, forjándolo, aunque el resultado no convenza, pero es nuestro y es lo que hay...
domingo, 1 de diciembre de 2013
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Como la vida misma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un buen retrato de pecera a manos del hombre JACC... ¡MUCHOS SALUDOS!
ResponderEliminarEs lo que estamos viviendo en nuestra propia piel, nadie hace nada por no estar en esa pecera y poco a poco nos vamos acostumbrando a nuestra nueva función en esta nueva sociedad ... en silencio.
ResponderEliminarUn abrazo
Un mundo pequeño, aunque ellos no se den cuenta.
ResponderEliminarMe gustó la metáfora, me gustan mucho los acuarios, aunque tal vez empiece a darme pena por sus residentes.
Un abrazo.
Somos peces de un acuario y qué nos alimenta? la imaginación, el deseo, las ganas de pensar que seremos otro pez diferente... no sé... jaja
ResponderEliminarun abrazo