La muerte nos persigue, cita inevitable, dejando charcos de desolación en el camino, sueños que degeneran hasta macabras pesadillas, malos presagios que auguran la derrota final .
Zarpando desde la costa más lejana, navega entre las tinieblas y surge la premonitoria y definitiva oscuridad que alcanza a la vida, en una fuga inquietante finalmente vencida. Abruptas sombras llenan ataúdes de ilusiones apagadas antes del alba. Inhumadas las esperanzas de un futuro incierto, la negra tierra devora deseos insatisfechos por el peso de la realidad.
Tierra baldía que, regada con lágrimas después del invierno, hace brotar dulces recuerdos de palabras que acariciaron otros corazones. Recuerdos que al resurgir eternizan el reconocimiento a los que ya no son. Los honores perseguidos no se ganaron, pero pasan a la posteridad cobijándose en la memoria deshabitada de otros y huyen hacia la luz desde su oscura y fría existencia.
Cenizas arrojadas al abismo que, volverán a renacer transformándose en ambrosía para el alma de los que quedaron.
muy buen escrito JACC, muy buena redacción para algo tan difícil de expresar.
ResponderEliminar¡muchos saludos!
El poso que dejan, las huellas, el recuerdo, lo que nunca muere.
ResponderEliminarBesos.
Las pérdidas y los recuerdos nos arropan con tus palabras.
ResponderEliminarSaludos Calados.
La muerte nos acompaña desde el mismo momento en que nacemos, no hay que temerla, solo acotejarla para que demore su llegada ,aunque a veces eso no depende de uno.
ResponderEliminarLa sutileza de tus palabras seguro que ha cambiado el concepto, que más de uno, tenía de ella.
Besos vivos.
Es como si al final, los recuerdos nos salvaran del trance rudimentario. Es cierto, está muy bien escrito y siempre se disfruta de buenas ideas en tus post.
ResponderEliminarun abrazo
Nada que temer. La muerte forma parte de la vida y la vida está formada de trocitos de muerte diarias. Piensalo y verás.
ResponderEliminarBesos